viernes, 03 de mayo de 2024 19:40h.

¡No se juega!

Año I después de que un equipo de fútbol desafiase todo lo que se conocía sobre este deporte. No se pedía dinero, no se pedía nada extraordinario, simplemente se pedía algo que se le supone innato al ser humano, la dignidad

Año I después de que un equipo de fútbol desafiase todo lo que se conocía sobre este deporte. No se pedía dinero, no se pedía nada extraordinario, simplemente se pedía algo que se le supone innato al ser humano, la dignidad.

Fue una semana convulsa, con muchas incógnitas pero con una premisa muy clara, si el Consejo de Administración no dimitía, el Real Racing Club de Santander no disputaría el partido de vuelta de cuartos de final de la Copa de S. M. el Rey frente a la Real Sociedad.

Tal y como catalogó en rueda de prensa el entrenador racinguista, Paco Fernández, era “el partido más importante de sus vidas” para muchos de los integrantes de la plantilla, el mismo Paco incluido. A pesar de ello, ese magnífico grupo humano, mandó un mensaje mucho más importante que la superación o en el esfuerzo en el deporte. Este equipo mostró al mundo entero que, por encima de todo, el ser humano necesita dignidad, y que, a veces, se deben hacer cosas extraordinarias para conseguirla, porque sin ella no se es nada.

La semana avanzó y llegó el 30 de enero, día del partido, con todos los interrogantes en el aire. El equipo salió a calentar, arropado por una afición que hace ya mucho tiempo que demostró que la bandera y el balón que luce el escudo del Racing se mantienen en su sitio gracias a unos incondicionales que prefieren levantar la cabeza con orgullo por su equipo en lugar de levantar títulos. Unos incondicionales que llevan hasta las últimas consecuencias una de las frases del himno del equipo al que aman, “aunque llueva o sople sur”. En definitiva, una afición que no mira a la clasificación a la hora de alentar a su equipo, porque para ellos es un sentimiento que no entiende de números.

El reloj llegó a las 21 horas de la noche y Gil Manzano se encargó de anunciar el inicio del partido. En ese momento el Racing de Santander, el viejo, como nos gusta llamar al equipo de nuestra tierra, se hizo eterno. La escena de los once jugadores abrazados en el centro del campo luchando por conseguir la dignidad en su trabajo llegó a todos los rincones del planeta, todos admiraban el arrojo y el valor de unos seres humanos excepcionales que se convirtieron en los héroes de una afición que nunca olvidará ese día ni ese partido.

En lo que refiere a lo deportivo, el partido acabó a los 50 segundos, pero el Racing y su plantilla al completo ganaron el título más importante del mundo, la dignidad personal y profesional. Han pasado 365 días y todo el mundo lo recuerda.

El Racing era grande, pero estos héroes lo hicieron eterno. Un año después, muchas gracias a todos los que lo hicieron posible.

Firmado:
Un racinguista.