Todos están bien
El Racing volvió a demostrar las mismas carencias de toda la temporada, da igual que esté uno u otro en el banquillo, o que estén todos juntos. De momento los números dan vida a una afición que no se agota de animar pese a todo.
Cierto es que si mira uno la tabla de clasificación de la liga Adelante no puede precisamente sonreír de felicidad. Si valoramos la campaña del Racing con el objetivo “vendido” a principio de la misma como telón de fondo corremos el riesgo de caer en otra profunda depresión.
Sin embargo, y para bien de los racinguistas, todos éramos conscientes al inicio de la temporada de lo difícil que iba a ser poder sacar el proyecto adelante con las “estrellas” que había incorporado el club a sus filas tras la desbandada de profesionales que acompañó al descenso de categoría. Es por ello que no sorprende la situación actual del equipo, instalado desde hace meses en los puestos de descenso, que en este caso y no sólo para el Racing pueden ser denominados puestos de desaparición.
Pese a todo el panorama no es tan desolador como parece. El equipo de Unzúe, Fabri, Gay y Menéndez está tan sólo a dos puntos de la salvación, y si bien es cierto que le toca bailar con las más feas de la categoría, con permiso del recién ventilado Elche, los rivales que tiene en la lucha por la permanencia no dan síntomas de mejoría.
Por lo tanto nos hayamos como la pasada campaña, pero con un castigo mucho peor amenazando tras la puerta del descenso. La ya mencionada posible desaparición. Y es que éste Racing, aún con todas sus diferencias, se asemeja mucho al de la pasada campaña en tiempo, modo y forma.
En puestos de descenso desde hace demasiadas jornadas, sin capacidad aparente para lograr la permanencia por su manifiesta inferioridad en cada partido y obviamente por el irrespirable ambiente que de forma eventual se ocupan de contaminar aún más desde la zona irónicamente llamada noble de El Sardinero.
Así que nos quedan las matemáticas, como el pasado año, para pensar que el milagro de la permanencia es posible. Una vez más nos toca ser un equipo de números y no de letras. Dejamos de lado la creatividad que permite saltarse normas o que simplemente carece de ellas y nos centramos en la efectividad de lo exacto.
Porque mientras hay matemáticas hay esperanza, que no paciencia, aún hoy hemos de seguir remando en la misma dirección que este centenario Racing.