sábado, 04 de mayo de 2024 00:10h.

Detrás de las cámaras

“¡Jo, qué suerte tenemos de que Rajoy (o Diego, o el PP) hayan pagado las obras de Valdecilla!”

“¡Jo, qué suerte tenemos de que Rajoy (o Diego, o el PP) hayan pagado las obras de Valdecilla!”. Cuántas veces a lo largo de estos días habremos escuchado algo similar a esto. Como si las hubieran pagado ellos de su bolsillo. Como si no fuera un compromiso de la anterior legislatura. Como si no fueran estos mismos los que paralizaron las obras entre 2011 y 2013. Pero es lo que tiene nuestra memoria de pez, que solo abarca los últimos días. Memoria corta y selectiva.

Sin embargo, una vez más, detrás de las fotografías inaugurales, se esconde otra realidad. Una realidad que los cegadores flashes no nos dejan ver: Que se ha recortado tanto que se ha puesto en riesgo la viabilidad del sistema sanitario público. Y no, no me voy a ir a la retórica para demostrarlo, voy a poner casos reales, acontecidos estos días.

Hablando con un compañero, me comentaba que su prima ingresó en la misma semana que Rajoy, Diego y De la Serna se sacaban fotos, en Valdecilla. Ingresó con una apendicitis, algo que, a priori, es fácil de tratar si se tienen los medios... Y ahí viene el problema. Esta muchacha ingresó, sí, pero no se la concedió una habitación, ni tan siquiera un box, y se pasó 24 horas en un pasillo del hospital, privada de cualquier tipo de intimidad y a la espera de que alguien pudiera tratarla. Cuando por fin pudieron atenderla, ya no era apendicitis, sino una peritonitis de lo que tuvo que ser intervenida.

Comentaba esta situación en casa, sabiendo que iba a provocar cierta conmoción o incluso sorpresa. No fue así. Fui yo el sorprendido cuando la novia de mi hermano me relataba un caso prácticamente idéntico, ocurrido quince días antes a un familiar suyo, pero con una variante: Él no estuvo 24 horas en un pasillo esperando a ser atendido, ¡fueron 48 horas, porque ingresó un sábado y no fue intervenido hasta el lunes! ¿Qué está ocurriendo con Valdecilla, otrora joya de la corona de la Sanidad Pública? ¿Y por qué los medios solo nos sacan las fotos de la inauguración de un edificio al que, por lo bajo, le quedan más de dos meses para estar concluido y a pleno rendimiento? Si es que llega a estarlo, claro, porque los recortes son los culpables de estas situaciones que describo. Los recortes y la privatización.

Porque sí, conciudadanos, no queremos ver que Valdecilla se está privatizando. No queremos porque no podemos asumir que vaya a ocurrir y, por desgracia, solo seremos conscientes cuando ya sea tarde.

Buena muestra de ello es el contrato para la finalización de las obras. Un contrato que jamás ha sido hecho público y que, por lo que sea, multiplica por 10 el coste de las obras, pasando de 99 millones de coste inicial a un contrato de 900 a 20 años y que pretenden hacernos creer que ni va a suponer una merma en los servicios, ni una dejadez asistencial, ni nada de nada. Vamos, que la empresa es una ONG y no tiene ningún interés en hacer negocio, accede a gestionar una empresa que no le va a generar beneficios por filantropía. Y, sí, si no lo sabíais, la sanidad puede dar mucho dinero.

Pero indaguemos un poco en esta “venta”. El Gobierno va a pagar a una empresa para que se haga cargo de unos servicios que debería prestar Sanidad y, en vez de cobrar por el “alquiler”, tiene que pagar. Y mucho. Es decir, el Gobierno de Cantabria está vendiendo un servicio de todos los cántabros a una empresa privada y en vez de cobrar, paga. ¿En qué nos beneficia esto? Desde luego, no lo hará cuando la empresa adjudicataria, para maximizar beneficios, reduzca costes y, en mi pueblo, solía decirse que no hay “bacalao gordo y que pese poco” o, lo que es lo mismo, que lo de hacer más con menos es una simple frase hecha.

Voy a permitirme citar a El Gran Wyoming, en su libro “No Estamos Locos”: “Así, la sanidad, no se privatizaría, simplemente se traspasaría su gestión a manos de empresas que abaratarían los costes y mejorarían la calidad. Cuando se preguntaba de dónde iban a sacar el beneficio estas empresas con esas premisas, repetían despacito, como si hablaran para tontos, que era una cuestión de mejorar la gestión. Gestión que se encontraba en sus manos. Es decir, que cualquiera que se presentara a la subasta lo haría mejor que ese <<Equipo A>> con el que acudieron a las elecciones, ese dinámico e ilusionado equipo de emprendedores que todo lo iba a arreglar y para el que pidieron el voto de los españoles (en este caso, los cántabros). No había pasado un año desde la victoria en las urnas y estos superhéroes ya se vendían de cara a la galería como unos perfectos inútiles”.

¿No os suena de nada? ¿No quiere nuestra memoria de pez como decirnos algo? Pues no, Wyoming no es un visionario, es que esto ya ha ocurrido en Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y, ahora, también en Cantabria. Lo más difícil de entender, quizá, sea cómo es posible que vendan (nuevamente) algo que no es suyo, sean los suyos los que se beneficien (nuevamente) y (nuevamente) seamos todos los que suframos las consecuencias. Sin que apenas nadie levante la voz o cerrándole la boca al que la levanta (y ahí hay alguna resolución judicial al respecto que niega a partidos políticos con representación parlamentaria intervenir en el asunto) y demostrando, una vez más, lo empáticos que somos en este país.

Pero, ya se sabe, hay que mirar a la cámara y poner sonrisa radiante. Eso va a ser lo que compre el lector al día siguiente en unos medios que hace tiempo que perdieron la imparcialidad. Eso es lo que va a llenar nuestra memoria de pez durante los próximos quince días. Eso y no lo que se esconde detrás de las cámaras.